20 agosto 2015
De pequeña siempre pensé que con el pasar del tiempo todo cambiaria, de la niñez la cura seria la adolescencia, de esta la época joven adulta (universitaria) y que todo se solucionaría al tener una profesión tal como lo dice todo el mundo, incluyendo a mi familia, estudia para seas alguien en la vida, estudie me gradué soy una profesional pero la insatisfacción es creciente, me pregunto donde estuvo el error si se supone que en este punto las dudas estarían saldadas y mi camino solo iría cuesta arriba.
El punto es saber a dónde va nuestra vida ¿para qué nos crían nuestros padres? ¿Es una profesión que nos permita “vivir dignamente “a lo único que aspiramos?
Estamos en el siglo XXI tiempo de los grandes avances tecnológicos, el hombre ha llegado a límites inimaginables en otras épocas pero aún después de tanto tiempo la desesperanza y tristeza en las miradas de las personas es algo latente e incluso creciente, ahora hay mejor calidad de vida, más oportunidades y muchos caminos al éxito pero aun así veo caras tristes, desazón y amargura por doquier.
Es entendible que alguien que carece de medios para vivir este triste pero que de aquellos que tienen dinero y posición social, porque han de estarlo si según nuestra educación tienen todo para ser felices. O será que todo el sistema que engloba los principios educativos y morales que terminan rigiendo nuestras vidas está equivocado, que tal si siempre hemos trazado nuestros pasos por la ruta errónea.
Coincidimos todos que la felicidad es el objetivo de nuestras vidas, pero ¿qué es la felicidad? ¿Dónde está? ¿cómo llegamos a ella? creo que en esa disyuntiva la humanidad ha naufragado, la capacidad de descubrimiento del ser humano es uno de los responsables de todo este embrollo, desde que el hombre descubrió que hay cosas mejores, que ya no tenía que comer la carne cruda, o que podía vestir mejores ropas, que podía valerse de animales y cosas para moverse, siempre ha querido más, desde hace cierto tiempo todo se tradujo al dinero, a esa mercancía capaz de comprar otras, ese que nos abre todas las puertas y con ella la de la felicidad, entonces ¿será el dinero, será ese el fin, allí estará la felicidad verdadera?
Si es así quizás mi dilema está solucionado y el camino está a medio completar solo me tocaría trabajar aunque fuese en algo que no me guste, sacrificarme a como dé lugar para conseguir dinero que me permita abrir todas las puertas que se me antoje y así seré feliz.
Ojala pudiera estar de acuerdo con esta tesis, ojala, siempre he sido creyente de otra tesis. El problema comenzó desde pequeña yo nunca estuve de acuerdo con ese precepto de felicidad ingenua y absoluta, siempre busque otra cosa más allá , algo que me hiciera sentir viva, me guiara para poder en algún punto encontrar mi felicidad, estudié una carrera universitaria, fue una batalla campal y convertirme en fue una profesional un hito para mí que pensaba que no lograría nada, intenté varias veces adherirme al patrón de solo trabajar para conseguir dinero, pero cada vez que lo intentaba, sentía que las entrañas se me estaban cocinando que estaba ingiriendo un veneno que me secaba el alma, no lo soportaba simplemente no podía, confieso que no soy la luchadora ni la más sobresaliente, no soy la persona que enorgullecería al mundo, soy imperfecta un hibrido que siempre ha buscado su lugar pero que está plenamente consciente que todo no se resume a lo material.
¿Cuál es el camino? ¿Hay un camino? No sé, por ahora me concentraré en vivir, hacer lo que me gusta, quizás al final Machado tiene razón al decir: “Caminante son tus huellas el camino y nada más; Caminante no hay camino, se hace camino al andar”.
Un día descubrí que la magia si existía, para conjurarla solo debía tomar pluma y papel, bastaba garabatear algunas palabras para hacer desaparecer todo a mi alrededor creando mi propio espacio, con las letras descubrí mi propia voz, la forma de expresar lo que mis cuerdas vocales no tienen el valor de decir, así día con día se me revela un poco más de mi, escribiendo descubro mi esencia a cuenta gotas.
Abogada de Profesión, amante de los libros y el arte, fiel creyente en la educación y la cultura.