El cuestionado gobernador del Banco Central deja su cargo en medio de la debacle económica libanesa

Los líderes que retienen el poder en el Líbano desde el final de la guerra civil ven hoy cómo el país cierra una etapa con la marcha de uno de los suyos. Y es que Riad Salameh, gobernador del Banco Central del Líbano desde 1993, ha decidido no renovar su mandato y dejar el cargo, en lo que parece una maniobra para apartarse de los focos y de la controversia que lo rodea.

Salameh fue reverenciado durante muchos años por mantener la estabilidad de la libra libanesa. Pero su popularidad cayó en picado a partir de 2019 a la misma velocidad que lo hacía la divisa nacional, que ha perdido en solo cuatro años un 98% de su valor.

El colapso financiero y el empobrecimiento de centenares de miles de libaneses han frustrado todavía más a la población del Líbano cuando han salido a flote las acusaciones de corrupción contra Salameh. Múltiples países europeos tienen investigaciones abiertas contra Salameh por blanqueamiento de capitales y en mayo, Francia y Alemania emitieron órdenes de arresto contra él.

Las profundas diferencias entre las fuerzas políticas libanesas han impedido que se prorrogue el mandato de Riad Salamé con diversos pretextos, así como el nombramiento de un sucesor, tradicionalmente de confesión maronita.

El hasta ahora primer vicegobernador del Banco Central, Wassim Mansouri, asumirá el liderazgo de la entidad como interino mientras Salameh, de 73 años, se esfuerza por desaparecer de la vida pública. Salameh asegura que tiene intención de “pasar página” después de su mandato. El Líbano, con un sector financiero que se enfrenta a pérdidas de miles de millones de dólares, quizá no pueda hacerlo.