En la mansión familiar de los Cassini, un palacete estilo Beaux Arts con interiores de boiserie y candelabros de cristal a pasos de la Quinta Avenida, las sobrinas adolescentes de Oleg Cassini, el legendario aristócrata ruso devenido diseñador de Jackie Kennedy, muestran a LA NACION sus flamantes vestidos mientras los adultos brindan con rosé.
05 octubre 2017 |
Sí, en Nueva York, el corazón progresista del país más meritocrático del planeta, y donde los estereotipos sexuales se suponen cosa del pasado, las jóvenes de familias consideradas relevantes de la sociedad local durante diciembre se visten de blanco virginal y hacen una reverencia antes los hombres y los mayores (una reverencia con la cabeza que casi toca el suelo si vienen de Texas, donde los ritos son más exagerados). Cada fin de año no sólo subsiste la tradición de los bailes de presentación en sociedad, sino que muchos los consideran todavía el corazón de "the season", la temporada social invernal. Como en una novela de Edith Wharton o Hery James, pero con una diferencia interesante: a estos bailes, donde las chicas tienen entre 16 y 23 años, ya nadie va para conseguir marido como era su intención original.
"Hoy vienen sobre todo para hacer networking, ampliar la red de contactos, muchas veces con fines eventualmente laborales", reconoce Margaret Hedberg, directora del International Debutante Ball, el baile donde se presentarán las mellizas.
De hecho, ya no sorprende encontrar entre las debutantes a jóvenes que están despuntando en una ambiciosa carrera en Wall Street, la política o tecnología. "Titanes en vestidos de gala", tituló The New York Times a un artículo sobre ellas, y la realidad es que en este tipo de encuentros les terminan sirviendo potenciales mentores o inversores en bandeja (de plata, por supuesto).
Luego siempre están las que quieren ser it girls o las chicas del momento. Se trata de una categoría increíblemente competitiva en la Gran Manzana y en una era de autopromoción digital estilo Kardashian, el haber sido debutante al menos se estima que les da una pátina distintiva.
Otras, simplemente, son chicas que buscan pasarla bien como sus madres y abuelas lo hicieron antes, y no importa que les parezca todo un poco ridículo porque igual los fondos de la fiesta van para caridad. La teoría es que otros se tiran baldes con hielo en la cabeza y cuelgan videos de eso en Instagram, o hacen una carrera en el barro para juntar fondos para causas necesitadas. Ellas se ponen vestidos y bailan vals y chachachá.
Cosa de chicas blancas
Igual, no es que todo el mundo aplauda la iniciativa. "Cuando les explico en mi secundaria de Miami exactamente qué vengo a hacer a Nueva York no lo entienden mucho -dice Connor-. Algunos profesores lo desestiman como a rich white girl thing, una cosa de chica blanca rica. Pero quizá lancemos una línea de ropa con mi hermana como hicieron las gemelas Olsen, ella quiera ser modelo y yo tener un blog de lifestyle, así que nos viene bien la exposición."
Hay múltiples bailes de presentación de la Gran Manzana, pero el Internacional Debutante Ball, como su nombre lo indica, es el que tiene más presencia de extranjeras. Hasta los 80 aparecían argentinas en las listas, muchas veces hijas de diplomáticos destinados aquí. Este año, representando a los Estados Unidos estará una chica mitad colombiana, Camila Mendoza Echevarría, pero que a la vez es la bisnieta del ex presidente Eisenhower.
Camila fue a una de las emblemáticas escuelas ultraexigentes de niñas del Upper East Side, pero decidió irse a terminar la secundaria a Bogotá. Ahora está en primer año en Sarah Lawrence, un college muy prestigioso para gente con intereses en las artes y las letras, pero a la vez, con fama de ser de los más de izquierda y con una posición radicalizada respecto de los roles sexuales establecidos. ¿Cómo combina eso con su presentación en sociedad? "Ya pasaron por este baile mi abuela y mi mamá. Cuando me dijeron de participar de más chica ni lo consideraba, pero ahora me gusta la idea de ir juntando experiencias muy distintas por el mundo que me sirvan para una carrera profesional. Quiero ser periodista de televisión como Anderson Cooper", dice Mendoza.
Lo cual es, en el fondo, bastante apropiado. Cooper es la cabeza visible de la CNN en sus notas como enviado especial a conflictos armados y desastres naturales. Pero también recientemente publicó sus memorias como heredero de una de las familias más aristocráticas de la ciudad, ya que es hijo de Gloria Vanderbilt.
Hedberg explica que en su fiesta muchas veces se han presentado hijas, nietas y demás parientes de presidentes, en general republicanos, aunque no Ivanka Trump. "Veremos después qué pasa con las nietas del futuro presidente, todavía son niñas", aclara.
Donald Trump, presente
El tema de Trump es, naturalmente, de lo que más se habla en este circuito que, Hedberg reconoce, está muy atado a los ciclos económicos.
Según un artículo reciente de The New York Times, "los ricos ya están haciendo fiestas como si fuera 1989. Si Trump baja los impuestos como prometió, miles de millones quedarán en sus bolsillos para gastar".
"En los próximos cuatro años va a volver a estar bien visto ser rico -dijo incluso al matutino Mike Leach, presentador del famoso programa de TV de los 80 Lifestyles o The Rich and Famous-. Los autos van a ser más grandes, las casas más lujosas y va a estar bien usar joyas y vestidos largos una vez más."
Todo apunta a que estos bailes, ya de por sí fastuosos, estarán en escalada considerable, pero Hedberg es cuidadosa al respecto. Recuerda que Trump también dijo que iba a reducir los montos que se pueden donar a fines caritativos con beneficios impositivos, así que eso puede afectarlos.
Pero, pase lo que pase, cree que estos bailes en Nueva York tienen una continuidad casi garantizada, aunque vayan desapareciendo en el resto del mundo.
"En una ciudad que cambia tanto todo y todo el tiempo, a la gente al final le gusta participar de algo que sabe que es una tradición establecida", concluye. Muy elegante de tailleur negro, pero a la vez muy descontracturada, Hedberg sostiene que, simplemente, "es como la competencia de quien come más panchos en Coney Island cada Día de la Independencia".